En el panorama actual, quedan patentes las dificultades de acceso al crédito de empresas ubicadas en sectores con actividades económicas que no suelen generar bienes tangibles, tales como la cultura o la innovación, pero que, sin embargo, desarrollan proyectos que, gestionados de forma eficiente, llegan a alcanzar grandes cotas de rentabilidad. En gran medida, este déficit de financiación se debe a que las fuentes están en la actualidad sometidas a un proceso de cambio, produciéndose un efecto de desintermediación y desinformación de las mismas.
A tal efecto, cobran una importancia capital las agencias de intermediación cuya función es ser el vehículo transmisor entre el capital y los proyectos, apoyando a los emprendedores mediante la captación de fondos para el desarrollo de sus iniciativas y centralizando para los inversores y las plataformas de financiación, nacionales e internacionales, aquellas ideas que, por su proyección, viabilidad y consonancia con su políticas de RSC les resulten más atractivas.
Así mismo, para que estos proyectos puedan acceder a cualquier mercado de capitales con posibilidades reales de conseguir sus objetivos de financiación, se precisa, en ciertas ocasiones, un apoyo técnico en concepto de asesoramiento estratégico, jurídico y formativo que garantice potencialmente su aceptación por parte de inversores y/u otros mecanismos de financiación.